Si algo está descentralizado, significa que no está controlado, ni es propiedad, ni está administrado por una sola persona o autoridad. Satoshi Nakamoto, el creador de bitcoin, diseñó la primera criptomoneda del mundo con el objetivo de descentralizar el dinero. Sin embargo, como verás más adelante, la descentralización no solo es buena para el dinero, sino que se puede aplicar a casi cualquier cosa.
Para que sea más sencillo usaré el ejemplo del euro (EUR). Cuando entras en un supermercado local y pagas tus compras con moneda Fiat (la moneda que todos conocemos), estás contribuyendo a un sistema centralizado. Esto se debe a que compradores y vendedores no controlan el flujo del dinero.
Ese rol está reservado para el Banco Central Europeo, cuyos poderes le permiten hacer muchas cosas sobre las que los mortales no tenemos control. Por ejemplo, las tasas de interés, el aumento de la oferta de dinero o el precio de las tasas.
Al ser descentralizada, la moneda no tiene un banco central o gobierno que pueda controlar su uso. En cambio, la Blockchain Bitcoin permite a las personas tener ese control. Esto significa que cualquier persona con una conexión a Internet puede ver y verificar las transacciones.
Al usar su poder de cómputo, los ordenadores en la Blockchain Bitcoin (conocidos como nodos) son recompensados con bitcoins. Por eso a los nodos también se les llaman mineros. Su trabajo es verificar y validar las transacciones y, por ello, se les recompensa. Usando este sistema, Blockchain se puede ejecutar de forma descentralizada.
Para conocer en profundidad qué son las DApps, aparecen unos elementos más. Son los llamados Smart contracts o contratos inteligentes.